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La Voz de la Madre celestial en mi camino.



PARTE 1


Hola, ¿cómo estás ?


Pasaba por mi blog para dejarte mi historia con ella, nuestra madre celestial.

Hace días me ronda la idea de dejar CLARIDAD en todo lo que hemos hecho juntas, de momentos me parece mucha información, de muchos años, sé que quiere dejar en vos el amor que transmite siempre en todos, espero te llegue completo como a ella le gusta.


La voz de la madre celestial en mi camino despliega varios rumbos con diferentes misiones, hoy comprendo que su aparición en mi vida, se produjo cuando era muy chiquita, o al menos es lo que puedo recordar. Mi abuela paterna Maria Teresa, ella era el puente de conexión con la luz del espíritu de la Madre celeste. Todas las tardes posibles ella me llevaba a la misa del barrio. Me vestía bonita y prolija, me peinaba de trenzas, discutía con mi abuelo Juan porque él estaba en desacuerdo con la Iglesia y los curas, había estado en la guerra y la Institución religiosa le parecía un circo organizado de malas costumbres sin salvación, por lo tanto el suponía que iban a contaminar mi pureza, el abuelo era un iluminado en cierta parte. La llegada a la misa siempre era para el Canto del Sagrado Rosario, el mejor momento de todos, las abuelas entonaban las oraciones al compaz, yo volaba con ellas, la energía que se elevaba en la iglesia era sublime, me daba cuenta que podía flotar en el aire. Esa conexión con la Madre era de las más potentes. Recuerdo que tendría unos 6 o 7 añitos, las abuelas me esperaban en la puerta de la iglesia para tocarme las trenzas y felicitar a mi abuela por llevarme con ella. De regalo unos caramelos por si yo me aburria, unas bananitas de chocolate rellenas de algo amarillo que jamás olvidé en mi vida.

En el momento en que el cántico comenzaba el Manto de la Madre se desplegaba en la iglesia en colores celestes y blancos e iba cubriendo a todos los presentes, mi momento era único, sentía mucha seguridad, templanza, alegría, sanación y paz. Estaba totalmente conectada a esferas superiores, cuando el Padre Greogorio entraba a dar la misa, mi energía bajaba al cuerpo, ¡oh no ! que sensación tan frustrante, se venía lo aburrido, en ese momento mis caramelos compensaban el bajón vibracional. La imagen de la madre se representaba por la Virgen de Nuestra Señora de Fátima, me da la sensación de que la percibía como una niña dulce y tierna. Al final de los días de mi abuela, la acompañé como mejor pude, ya sabía leer y escribir, tenía unos 10 u 11 años, no íbamos a misa pero podía leerle la biblia italiana. Sabía que para ella era muy importante estar conectada a sus creencias en esos momentos de soledad después de que mi abuelo había rumbeado al otro mundo, creo que la abuela rezaba para que algún santo lo recibiera, de alguna forma u otra aunque no fuera el creyente, para la abuela debería ser un pecador.


Siendo adulta volví a buscar el canto de las abuelas, quería escuchar el mejor Rosario, en la misma Iglesia, pretendía encontrarme una vez más, despertar a mi niña que estaba triste. Ellas no estaban, el canto tampoco, pero al entrar me senté y respiré muchas veces de manera consciente hasta que ví la luz blanca resplandecer en la cúpula.

Siempre está donde se la necesita.


“Supera el abandono y alza el MANTO DE PIEDAD que imploras, abre tus ojos y toma lo que te es propio”




Any Piserá






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