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El Faro Solitario

Desde niño, Mateo siempre había sentido una extraña soledad. Creció en una casa grande, pero siempre se sintió pequeño y perdido en ella. Sus padres, aunque presentes físicamente, parecían estar en mundos distintos, ocupados con sus propias vidas.

 Mateo anhelaba una conexión más profunda, un abrazo que lo hiciera sentir seguro y amado.

Conforme crecía, esa sensación de vacío se intensificó. Se convirtió en un adulto exitoso, con un buen trabajo y un círculo social, pero por dentro seguía siendo ese niño solitario. Las relaciones le costaban mucho trabajo, pues temía ser abandonado nuevamente. Se aferraba con fuerza a las personas que quería, a veces ahogándolas con su necesidad de afecto.

Una noche, mientras observaba el mar desde un acantilado, Mateo se sintió abrumado por la tristeza. Pensó en el faro que se alzaba majestuoso en la distancia, emitiendo su luz en la oscuridad. Se dio cuenta de que él era como ese faro, soltando su luz al mundo, pero sintiendo una profunda soledad en su interior.

Decidió buscar ayuda. En terapia, Mateo comenzó a explorar las raíces de su soledad. Descubrió que la sensación de abandono que había experimentado en la infancia había dejado una profunda huella en su autoestima y en su capacidad para confiar en los demás.

Con el tiempo, Mateo aprendió a sanar esas heridas. Comenzó a practicar la autocompasión, a perdonarse a sí mismo y a sus padres. También aprendió a establecer límites saludables en sus relaciones y a pedir ayuda cuando la necesitaba.

A medida que avanzaba en su proceso de sanación, Mateo se dio cuenta de que la soledad no era una condena, sino una oportunidad para conectar consigo mismo y encontrar la paz interior. El faro solitario seguía siendo él, pero ahora su luz brillaba con una intensidad renovada, iluminando no solo su propio camino, sino también el de quienes lo rodeaban.


 

¿Qué se siente tener heridas de la infancia en la adultez?

Vivir con heridas de la infancia puede manifestarse de diversas maneras y generar una amplia gama de emociones y comportamientos. Algunas de las sensaciones más comunes incluyen:

  • Dificultad para establecer relaciones saludables: Desconfianza, miedo al abandono, problemas de comunicación, patrones repetitivos de relaciones tóxicas.

  • Baja autoestima: Sentimientos de inferioridad, inadecuación, culpa y vergüenza.

  • Ansiedad y depresión: Miedo al futuro, dificultad para disfrutar del presente, sentimientos de vacío y tristeza.

  • Problemas de ira y control: Dificultad para manejar las emociones, comportamiento impulsivo, tendencia a culpar a los demás.

  • Dificultad para regular las emociones: Experimentar emociones intensas de manera desproporcionada y tener dificultades para calmarse.

  • Sensación de estar "atascado" en el pasado: Dificultad para dejar atrás experiencias dolorosas y seguir adelante.

  • Problemas físicos: El estrés crónico asociado a las heridas emocionales puede manifestarse en síntomas físicos como dolores de cabeza, problemas digestivos y trastornos del sueño.

  • Dificultad para confiar en los demás: Desconfianza en las intenciones de los demás, miedo a ser herido nuevamente. Si Algunas de estas palabras las sentís en el cerrazón te invito a participar de nuestro próximo encuentro con Amor Any


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